martes, 5 de abril de 2011

El cerebro almacena sólo los recuerdos útiles durante el sueño


La corteza prefrontal y el hipocampo “deciden” qué información retener y cuál olvidar. Después de una noche de profundo descanso, la gente recuerda mejor la información obtenida durante el día, pero sólo si sabe de antemano que dicha información le resultará útil en un futuro. Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por científicos de la Universidad de Lübeck, en Alemania, y cuyos resultados han aparecido publicados en The Journal of Neuroscience. El descubrimiento sugiere que el cerebro evalúa nuestros recuerdos y retiene mientras dormimos preferentemente aquéllos que nos resultarán más relevantes. Darle importancia a los recuerdos A lo largo del día las personas recibimos grandes cantidades de información. Mucha de esta información es codificada en recuerdos por el cerebro e inicialmente almacenada, pero la mayoría de ella es olvidada rápidamente. En el presente estudio, el neurocientífico de la Universidad de Lübeck, Jan Born, y sus colaboradores se dispusieron a determinar cómo se produce este proceso, es decir, cómo el cerebro decide qué información retener y cuál olvidar. Según declaraciones de Born recogidas en un comunicado de la Society for Neuroscience (SFN) de Washington: “Los resultados obtenidos demuestran que la consolidación de los recuerdos durante el sueño implica un proceso de selección básico que define qué partes de la información cotidiana será almacenada a largo plazo”. Este proceso de selección estaría basado en la relevancia de dicha información para el futuro. Según los resultados obtenidos, el cerebro seleccionaría para su almacenamiento aquellos datos que nos puedan resultar útiles, explica el científico. En The Journal of Neuroscience, los autores de la investigación escriben que, por tanto, la importancia que le demos a una información será lo que determine si el sueño beneficiará significativamente o no a su consolidación en la memoria.

Como experimento, se le pidió a una parte de los participantes que aprendieran 40 pares de palabras. En el otro experimento, un segundo grupo de voluntarios jugó a un juego de cartas en el que se debía emparejar imágenes de animales y objetos. En ambos grupos, a la mitad de los voluntarios se les dijo, inmediatamente después de realizar las tareas, que se les haría una prueba acerca de la información presentada en ellas, 10 horas más tarde. De hecho, finalmente todos los participantes en el estudio se sometieron a esta prueba, pero sólo la mitad de ellos supieron con antelación que la harían. A algunos de los voluntarios se les permitió además dormir en el intervalo de tiempo entre las tareas y la prueba. Tal y como los científicos esperaban, los voluntarios que durmieron rindieron mejor en la prueba final, pero sólo en el caso de aquéllos que, además de dormir, habían sido informados de que iban a hacer un examen posteriormente.

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